BeSaNDo SaPoS

De todo y nada, de lo que gusta y lo que no, de cosas vanas, de verdades y mentiras, de lo que pienso y de lo que no...nada mío y de muchos...

viernes, septiembre 21, 2007

¡Pasé Agosto!


Nunca tomé muy en serio ese dicho popular. Quizás porque soy joven y no pienso en que algo malo puede pasarme. Quizás porque siempre estoy en las nubes pensando a mil por hora sobre lo que tengo que hacer, lo que no pude hacer y lo que hice. Pero este 2007 puedo decir que pasé agosto.

Como saben en julio me fui a un viaje por algunos países de Europa (Holanda, Bélgica, Francia). Lo pasé excelente, estuve en lugares impresionantes, museos, vi a la Mona Lisa y pude tomarme una foto en la cama con Robbie Williams gracias a Madamme Tussaud.

Hubo muchas novedades, una de ellas que me pidieron matrimonio en la Torre Eiffel justo antes de las 12 de la noche, que mis suegros me adoran, lo que nunca había pasado antes por ser mamá soltera. (En Chile si eres gay o mamá soltera, estás frito) Pero como dicen por ahí...la felicidad no dura para siempre.

Durante toda mi estadía tuve unas molestias en la pierna izquierda. Pensé que era por dejar los pies en las calles caminando para recorrer y ver todo lo que quería, pero no, en ese momento tenía una trombosis producida por el llamado "Síndrome de la clase turista" y yo era una bomba de tiempo caminando por ahí, que es lo que menos debes hacer.

Cuento corto:Llegué al país en modo +happyness y me duró 15 días. Después de eso, la frase del doctor :-Si te levantas puede que nunca más lo hagas, apagó todo. Si me moría, ninguna de las novedades iban a ser ciertas, mi hija sola, ¡¡mi futuro!! todo se desvaneció. Así que obediente estuve en cama el tiempo estipulado. Ahora sé lo que es ser inválido. Hacer todo postrada: bañarse, ir al baño, comer. Pero gracias a Dios ahora estoy sana.

Raya para la suma a todos ustedes. Cuando hagan viajes largos en avión, auto o tren, tomen una aspirina. Los que tienen antecedentes de trombosis o embolia en la familia, pónganse una media para ayudar a la circulación y caminar cada hora un ratito. ¡Más vale prevenir que curar!

Y ahora que saben el por qué de mi ausencia, podré contarlas sobre el viaje y quizás darles unos tips. Nunca están de más.

Cariños.

miércoles, septiembre 19, 2007

Chile y sus estudiantes con mochilas "molotov"

Volví, pero esta vez no para escribir. He estado algo ocupada estos meses y con complicaciones médicas, pero volveré a mi pasión. Por mientras, les dejo un artículo que pedí prestado sobre la situación laboral de los jóvenes en España. La nota está escrita por el autor de Capitán Ala Triste, Arturo Pérez Reverte y creo que grafica de cierta forma lo que pasa en Chile, o al menos lo que le pasó a algunos compañeros míos después de salir de la Universidad. Lo triste de todo esto, es que los estudiantes chilenos YA cargan bombas molotov en sus mochilas, atentando contra las mentiras y enterrando a su esperanza, la que murió mucho antes de terminar su educación secundaria.

Espero disfruten el artículo, que extraí a su vez de otro blog:
+ . * . - + aNa + - . * . +

LA MOCHILA Y EL CURRÍCULUM por Arturo Pérez Reverte

El Semanal, 09 febrero 03

Llueve a ratos, y Madrid está frío y desapacible. Pasan paraguas al otro lado del escaparate de la librería de mi amigo Antonio Méndez, el librero de la calle Mayor. Estamos allí de charla, fumando un pitillo rodeados de libros mientras Alberto, el empleado flaco, alto y tranquilo, que no ha leído una novela mía en su vida ni piensa hacerlo -«ni falta que me hace», - suele gruñirme el cabrón- ordena las últimas novedades.

En ésas entra un chico joven con una mochila a la espalda, y se queda un poco aparte, el aire tímido, esperando a que Antonio y yo hagamos una pausa en la conversación. Al fin, en voz muy baja, le pregunta a Antonio si puede dejarle un currículum. Claro, responde el librero. Déjamelo. Y entonces el chico saca de la mochila un mazo de folios, cada uno con su foto de carnet grapada, y le entrega uno. Muchas gracias, murmura, con la misma timidez de antes. Si alguna vez tiene trabajo para mí, empieza a decir. Luego se calla. Sonríe un poco, lo mete todo de nuevo en la mochila y sale a la calle, bajo la lluvia.

Antonio me mira, grave. Vienen por docenas, dice. Chicos y chicas jóvenes. Cada uno con su currículum. Y no puedes imaginarte de qué nivel. Licenciados en esto y aquello, cursos en el extranjero, idiomas. Y ya ves. Hay que joderse. Le cojo el folio de la mano. Fulano de Tal, nacido en 1976. Licenciado en Historia, cursos de esto y lo otro en París y en Italia. Tres idiomas. Lugares, empresas, fechas. Cuento hasta siete trabajos basura, de ésos de tres o seis meses y luego a la calle. Miro la foto de carnet: un apunte de sonrisa, mirada confiada, tal vez de esperanza. Luego echo un vistazo al otro lado del escaparate, pero el joven ha desaparecido ya entre los paraguas, bajo la lluvia. Estará, supongo, entrando en otras tiendas, en otras librerías o en donde sea, sacando su conmovedor currículum de la mochila.

Le devuelvo el papel a Antonio, que se encoge de hombros, impotente, y lo guarda en un cajón. Él mismo tuvo que despedir hace poco a un empleado, incapaz de pagar dos sueldos tal y como está el patio. Antes de que cierre el cajón, alcanzo a ver más fotos de carnet grapadas a folios: chicos y chicas jóvenes con la misma mirada y la misma sonrisa a punto de borrárseles de la boca. España va bien y todo eso, me digo. La puta España. De pronto la tristeza se me desliza dentro como gotas frías, y el día se vuelve más desapacible y gris. Qué estamos haciendo con ellos, maldita sea. Con estos chicos.

Antonio me mira y enciende otro cigarrillo. Sé que piensa lo mismo. En qué estamos convirtiendo a todos esos jóvenes de la mochila, que tras la ilusión de unos estudios y una carrera, tras los sueños y el esfuerzo, se ven recorriendo la calle repartiendo currículum en los que dejan los últimos restos de esperanza Licenciados en Historia o en lo que sea, ocho, años de EGB, cinco de formación profesional, cursos, sacríficios personales y familiares para aprender idiomas en academias que quiebran y te dejan tirado tras pagar la matrícula. Indefensión, trampas, ratoneras sin salida, empresarios sin escrúpulos que te exprimen antes de devolverte a la calle, políticos que miran hacia otro lado o lo adornan de bonito, sindicatos con más demagogia y apoltronamiento que vergüenza.

Trabajos basura, desempleos basura, currículums basura. Y cuando el milagro se produce, es con la exigencia de que estés dispuesto a todo: puta de taller, puta de empresa, boca cerrada para sobrevivir hasta que te echen; y si tienes buen culo, a ser posible, deja que el jefe te lo sobe. Aún así, chaval, chavala, tienes que dar las gracias por los cambios de turno arbitrarios, los fines de semana trabajados, las seiscientas horas extras al año de las que sólo ochenta figuran como tales en la nómina. Y si encima pretendes mantener una familia y pagar un piso date con un canto en los dientes de que no te sodomicen gratis. Flexibilidad laboral, lo llaman.

Y gracias a la flexibilidad de los cojones se han generado, dice el portavoz gubernamental de turna tropecientos mil empleos más, y somos luz y fan de Europa. Guau. Gracias a eso, también, un chaval de veintipocos años puede disfrutar de la excitante experiencia de conocer ocho empleos de chichinabo en tres o cuatro años, y al cabo verse el la calle con la mochila, buscándose la vida bajo la lluvia. Partiendo una y otra vez de cero.
Flexibilidad laboral. Rediós. Cuánto eufemismo y cuánta mierda. A ver qué pasa cuando, de tanto flexionarlo, se rompa el tinglado y se vaya todo al carajo, y en vez de currículums lo que ese chico lleve en la mochila sean cócteles molotov.